G

a

b

y

y

V

a

r

e

l

a

V

a

r

e

l

a

G

a

b

y

La biodiversidad mexicana es vasta y diversa;
en cada ecosistema, ya sea húmedo o árido,
hay historias de vida que merecen ser conocidas,
admiradas y protegidas.…

Vida en la costa mexicana

La vida en la costa es abundante.
El manglar, el mar y sus habitantes
nos muestran la riqueza de los ecosistemas costeros
que sostienen no solo a las especies que los habitan,
sino también a las comunidades humanas
que dependen de ellos.
.…

Manglares

Los manglares son guardianes silenciosos, sostienen la vida marina, protegen la costa y pintan el horizonte con colores que transmiten calma y conexión

Atardecer profundo en Celestun

Un lugar donde el tiempo parece suspenderse y la naturaleza despliega su belleza.

Cada atardecer sobre el océano es un nuevo pacto, cuidar la vida que en el habíta y garantizar que estas escenas puedan repetirse para siempre

Conservarlos…
es conservar la vida misma

El manglar, paisaje y refugio

Cada fragmento de este paisaje es refugio para la vida

En su espesura, la garza morena aguarda invisible para aquellos que no saben mirar

La diversidad mexicana se expresa en múltiples paisajes, donde cada entorno nos recuerda que habitamos un planeta tejido de relaciones. Ninguna especie existe por sí sola

Hay que recordarnos que la conservación empieza por reconocer el papel de cada especie en su ecosistema y aceptar que nuestro propio lugar en el mundo se define en esa red de vínculos.

Comprenderlo implica reconocer nuestra interdependencia con la naturaleza, aprender a convivir y a hacernos responsables de las alianzas que nos sostienen, pues de su continuidad depende la nuestra.

La costa y el desierto, en apariencia opuestos, son dos manifestaciones de una misma riqueza biológica que comparte un destino común, resistir frente a las presiones humanas y seguir ofreciendo vida.

Proteger estos entornos es más que preservar paisajes o especies, es practicar un modo de vida que reconoce parentescos inesperados, donde cada organismo, desde una cacerolita de mar hasta una biznaga, participa en la tarea colectiva de mantener la continuidad de lo viviente.